Dicen que los mejores viajes son como el amor verdadero, nunca se terminan. Así que si padeces de alguno de los siguientes 15 síntomas, es posible que tengas un cuadro crónico de fiebre viajera.
Siempre estás soñando con tu próxima aventura
Cuando vas camino a casa, regresando de tu aventura, ya estás empezando a planificar tu próxima travesía.
Estás ahorrando para tener nuevas experiencias
Te has dado cuenta de que quieres menos cosas y más experiencias. Después de una aventura, ya estás trabajando en ahorrar para la próxima. Antes tu dinero se destinaba a tener posesiones que solo te mantenían sedentario. Ahora ese mismo dinero que has ganado con tanto esfuerzo lo quieres invertir en boletos de avión y viajes.
Quizás te interese: ¿Vas a emigrar? Aquí 5 tips para administrar tu dinero
Tu posesión más preciada es tu pasaporte
Tu pasaporte es tu boleto para recorrer el mundo y lo guardas como a tu vida. Siempre estás al tanto de dónde está y lo guardas de forma extremadamente segura. También lo hojeas con frecuencia para ver tu colección de sellos y tienes flashbacks de tus grandes viajes.
Tu segunda posesión más preciada es un diario de viaje
Anotas cosas que no quieres olvidar y tienes un diario de notas, observaciones, pensamientos y recuerdos de tus viajes. Tienes una lista de lugares favoritos, restaurantes, alojamientos, información de contacto de personas con las que has en el camino. Además guardas información valiosa que solo una persona que ha ido a un lugar determinado sabría. Cuando estás en casa, miras a través de este diario y te sientes instantáneamente transportado.
Tienes una colección de tesoros
Has recogido cosas como servilletas, fósforos, postales. Has colocado flores entre las páginas del libro que estabas leyendo en ese momento. Guardaste un trozo de cristal marino o un caparazón que encontraste en una playa en alguna parte. Tal vez tengas una colección de monedas extranjeras tu billetera. En fin, has guardado pequeñas cosas en el camino que solo tienen un significado especial para ti.
Tienes una lista de lugares por visitar y experiencias por vivir
Has hecho una lista de todos los lugares a los que quieres ir y las cosas que quieres hacer en tu vida. Estás decidido a completar la lista como sea. También tienes plena confianza en tu capacidad para completar esa lista de deseos.
Dejas una parte de tu corazón
Tiendes a dejar una pequeña parte de tu corazón en cada una de tus aventuras. A medida que viajas, descubres que tienes conexiones especiales con lugares que nunca habías visitado y con personas que nunca habías visto.
Te has dado cuenta de que menos es más
Has descubierto que realmente no necesitas más de lo que puedes llevar de manera cómoda. Dominas cada vez más el arte del embalaje. Con cada viaje, te vuelves más hábil para empacar la ropa y el equipo adecuado. También sientes mucha alegría durante el viaje cuando te das cuenta de lo bien que hiciste la maleta.
Quizás te interese: Hacer maletas como experto: domina este arte en 7 pasos
Tienes un kit de viaje bien completo
Gracias al ensayo y error siempre viajas con un kit que solo un verdadero viajero pensaría empacar. Tendrás cosas como Benadryl, un antiácido, un remedio para el dolor de estomago, pastillas contra las náuseas, un antiinflamatorio, un botiquín de primeros auxilios simple, protector solar, repelente de mosquitos, gel antibacterial, pastillas purificadoras de agua, bolígrafos azul y negro, una copia del pasaporte, información de la tarjeta de crédito, licencia de conducir, seguro de viaje o de salud y una botella de agua reutilizable.
Te emocionas con los artículos viajeros
Te emocionas cuando compras un nuevo traje de neopreno para tu próximo viaje de surf a Marruecos. Cuando te regalan un lente para que tu cámara capture esas bellas escenas en Sudáfrica. Te alegras cuando por fin obtienes el par de botas a prueba de agua que son tan cómodas que sientes como si pudieras caminar hasta el final de la Patagonia con ellas.
Entiendes «el arte de no hacer nada»
Si bien te encanta hacer turismo, también has aprendido a amar simplemente tomar tiempo en tu viaje para no hacer nada. Tal vez esto es solo sentarse en un café y observar a la gente toda la tarde. O quizás descansar en una playa aislada de arena blanca y escuchar las olas besar la costa hasta que el sol se pone. O recostarte en una hamaca mientras lees. Te has dado cuenta del valor y el placer de ver tu entorno.
Te has convertido en alguien que dice: «sí»
Cuando viajas aprendes que a veces las mejores experiencias, las lecciones de vida más valiosas y las relaciones más increíbles solo están esperando que digas que sí.
Quizás te interese: 6 razones por las que NO debes esperar el mejor momento para viajar
Te diste cuenta de que viajar es el mejor maestro …
… y el mundo es el mejor salón de clases.
La distancia no es un impedimento
No hay un destino que esté demasiado lejos. Has aceptado que el tiempo y la distancia que te lleva llegar a tu destino es parte del viaje. Te sientes bastante cómodo estando en un aeropuerto, estación de tren o metro. Has aprendido a usar mapas, guías, aplicaciones de viaje y, cuando todo lo demás falla, preguntas por direcciones usando mímicas si es necesario.
No tienes miedo de viajar solo
Definitivamente padeces la fiebre viajera cuando tomas la determinación de viajar solo. A veces este tipo de viajes son planificados, pero otras veces simplemente sucede porque no encuentras a nadie con quien viajar. Cuando el mundo te llama, vas, no importa si estás solo.
Cuéntanos, ¿Tienes algunos de estos síntomas?
Quizás te interese: Consejos para viajar solo: los mejores lugares a visitar